Editorial de EL PAÍS
La incapacidad para pactar la renovación del consejo de administración y la presidencia de RTVE es una muestra más de la parálisis que aqueja al Congreso de los Diputados. Hace cinco meses que se reformó la ley para recuperar la independencia de la radio y la televisión pública y el pluralismo en la elección parlamentaria de sus órganos y no se ha avanzado ni un milímetro. Los partidos se han enrocado en la fórmula para designar a la cúpula directiva de RTVE y el resultado es un indeseado inmovilismo.
La ley prevé que los candidatos sean elegidos mediante un concurso público y cuenten con el visto bueno de dos tercios del Parlamento. Si en una primera votación no alcanzan ese respaldo, en la segunda solo sería necesaria mayoría absoluta y el apoyo de al menos la mitad de los grupos. Este sistema garantiza un amplio consenso. Pero hace más de un mes que finalizó el plazo legalmente marcado para diseñar el marco del concurso sin que los grupos parlamentarios —en un síntoma de dejadez, apatía o cálculo partidista— movieran ficha. La ley, no obstante, prevé desbloquear la situación recurriendo al procedimiento vigente antes de la reforma del pasado septiembre. Es decir, dando un paso atrás y utilizando la fórmula que impuso el PP en 2012, que solo exige mayoría absoluta para nombrar al presidente de RTVE.
Los letrados de la Cámara baja han recomendado este sistema, pero las Mesas del Congreso y el Senado sumaron ayer un nuevo fracaso a la hora de sellar un pacto. Han devuelto la pelota a los grupos parlamentarios, algunos fuertemente atrincherados en sus posturas. La intransigencia de Ciudadanos, que defiende a capa y espada el concurso, está lastrando una renovación en RTVE que es urgente. Si se quiere unos medios públicos plurales e independientes los partidos deben pactar sin vetos en la mochila.