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Artículo de MANUEL RIVAS

Lo que vino a decir el señor Montoro fue eso: “Si no le gusta el nuestro, cambie de canal”. Por esas fechas, tuvimos noticia de un ejemplo escabroso de la apropiación sectaria de TVE. La censura del vídeo en que se veía a toda una jefa de comunicación del Gobierno español respondiendo “¡Os jodéis!” a unos pensionistas que expresaban sus demandas. Los profesionales de TVE en Valencia, lugar del suceso, fueron obligados a destocar, cuando la que tocó el bochorno fue la jefa compositora de “¡Os jodéis!”. Pero el episodio tuvo una segunda parte de dignidad: la dimisión de Arantxa Torres, editora del informativo valenciano, que no aceptó la orden de desinformar. Y, además, escribió una carta memorable defendiendo el derecho a la información de los ciudadanos frente a los intereses políticos de turno.

En un ambiente de crisis democrática, de deserción moral en quienes ocupan el puente de mando, es la sociedad la que genera energías renovables de esperanza. El espectáculo político es desolador. Se habla mucho de dilemas, pero de una forma que recuerda demasiado a lo que decía Lincoln: “Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”. La fertilidad democrática está en la gran pulsión feminista del 8 de marzo, la solidaridad activa de los pensionistas, y en ese movimiento inédito, ejemplar, de las mujeres trabajadoras de RTVE, impulsoras de las protestas de los ­#ViernesNegro, que han conseguido situar como principal prioridad democrática acabar con la sustracción sectaria de los medios públicos. Para que también Montoro se informe y no tenga que cambiar de canal.

 

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